Sembradores de Fe, testigos de la Misión
El 26 de febrero del presente año, nuestra parroquia despidió a una de sus más reconocidas agentes pastorales: la señora Leontina Ramos, conocida por todos como la Tinita. Después de 86 años de peregrinaje en esta tierra, fue llamada a la casa del Padre.
Hablar de la Tinita, en la parroquia San Alfonso de Cauquenes, es hablar de la historia pastoral de la comunidad. Ella comenzó su servicio siendo niña, cuando aprendió a rezar el rosario. Como ella misma recordaba, desde ese momento, se puso al servicio de Dios y de la comunidad en lo que pudiera colaborar.
En esa primera etapa de su vida lo hizo a través de la oración en la Cofradía de la Súplica Perpetua. Ya más adelante, fue una de las primeras catequistas que se desempeñaron en la parroquia. Su espíritu misionero la llevaba a estar dispuesta a ir a los que estaban más alejados. Desde el sector de la sede parroquial donde vivía, recorría a pie, por caminos polvorientos en verano y embarrados en invierno, para llevar la Palabra de Dios a la comunidad de San Gerardo en Santa Sofía, que se estaba recién formando. Las personas aún recuerdan, lo perseverante y abnegada que era para acudir hasta donde ellos.
En la comunidad de San Clemente, que fue donde mayormente sirvió, se dedicó a todos los servicios que la comunidad necesitaba, desde la recaudación del 1% hasta el ministerio extraordinario de la comunión a los enfermos. Tal vez, esta sea una de las tareas que desarrolló con más dedicación, hasta que sus fuerzas se lo permitieron. Visitaba permanentemente a sus hermanos llevándole la comunión y una palabra de alegría y cercanía de la comunidad. Siempre tenía en sus labios palabras para animar a no perder la fe, a confiar en Dios y recordar que Él nos había prometido que nunca nos abandonaría. Esa era la confianza que tenía y que transmitía, no sólo con sus palabras, sino con su testimonio.
Su dedicación siempre para la misión, la llevaba a estar disponible para comenzar nuevas tareas. Uno de sus últimos servicios misioneros, fue el de acompañar la formación de la comunidad Nuestra Señora de la Esperanza de la Villa Alto del Rio. Un trabajo lento, de visita a las familias, de esfuerzo y dedicación, que aun con lo que significaba ya el cansancio de sus más de 80 años, ella lo realizaba con mucho cariño.
Pero como sabemos que antes que “hacer” una acción misionera, “somos” misioneros, la Tinita, era ante todo eso: una misionera. Sus acciones eran muy importantes, pero mucho más lo era su testimonio de vida. Se destacó como una mujer muy sencilla, de bajo perfil, no buscando aparecer o puestos de importancia, sino más bien el del servicio silencioso. Esta fuerza testimonial la obtenía de su gran cercanía con la Eucaristía y su incondicional amor a María, nuestra madre del Perpetuo Socorro. Esta unión al Señor y a la Virgen, era lo que le daba a ella la serenidad para vivir su vida, con todas sus alegrías, pero también con sus dificultades.
La Tinita, no sólo hizo el camino de la misión con el Señor, sino también el del sufrimiento. El último año de su vida estuvo marcado por un accidente casero y diversas operaciones, que la dejaron postrada en su casa, sin poder participar en su comunidad de la Eucaristía y sin visitar a sus hermanos enfermos. Fue para ella el camino de la cruz y del dolor, y como discípula de Cristo, aunque le pedía a Dios que la mejorara, terminó por aceptar con esperanza su voluntad. Así transcurrieron sus últimos meses. Recibiendo la visita de familiares, de gente cercana y de sus hermanos en el Señor, pero siempre como una mujer de fe, dispuesta a hacer lo que el Señor quisiera.
Ese día 26 de febrero se fue una parte importante de la historia pastoral de la comunidad parroquial, pero sabemos que ella desde la casa del Padre sigue estando en medio de nosotros.
El año recién pasado, durante el mes extraordinario misionero, quisimos recordar a los testigos de la misión de nuestra comunidad parroquial. Hoy sabemos que debemos agregar a ese grupo de hermanos, a Leontina, esta mujer misionera, servidora humilde y alegre de la comunidad. Que su testimonio y su memoria sea para todos nosotros un ejemplo de compromiso con la Palabra de Dios y de servicio a los hermanos y hermanas de la comunidad.
Continuamos rumbo al centenario de la Diócesis, queremos seguir recopilando y compartiendo con los lectores de Buena Nueva los testimonios, vidas e historias de las personas que se han destacado por su trabajo y servicio pastoral, dando origen a muchas de nuestras comunidades, aquellos que, con esfuerzo y perseverancia, silencio y dedicación han sembrado semillas de fe y han sido testigos de la Misión en tantas generaciones. Este mes agradecemos al P. Ronald Flores, párroco de San Alfonso quien nos aportó con la historia de “La Tinita”, en Cauquenes.