El Sembrador salió a sembrar… Así se da inicio en el cap. 13 del Evangelio según San Mateo a una de las más entrañables parábolas que el Evangelista nos dejó, para animar la esperanza de la Iglesia naciente, que, como semilla del Reino diseminada por todo el mundo antiguo, germinaba en medio de los avatares de una historia que no siempre le era favorable.
El comienzo de esta misma parábola y su aplicación a la evangelización en nuestros tiempos es la que en los años 80’ don Carlos Camus escogió como título de uno de sus célebres libritos con los que, con palabras tan sencillas como la misma parábola original se empeñó en llevar la buena noticia de Jesús en medio de la vastedad y diversidad de territorios de nuestra diócesis, a niños y jóvenes, adultos y adultos mayores, hombres y mujeres del campo, de la costa, de la cordillera, de las ciudades y pueblos que conforman la geografía humana del sur del Maule.
Este sembradío de esperanza, entre otras tantas iniciativas, se encarnó en la invitación hecha a todos los agentes pastorales a iniciar un peregrinar juntos, que -recordando una de las palabras claves de la Tradición- Don Carlos decidió llamar Sínodo, a pasar de que no estaba pensado como un evento puntual para resolver alguna cuestión pastoral urgente en el caminar de la Diócesis, sino como un proceso permanente de revisión del caminar, de discernimiento de la ruta, de evaluación y enmienda de la senda trazada, de animación de las comunidades, de encuentro fraterno, de formación y de celebración de la vida y de la fe.
Así, tras las huellas de esta invitación, hemos llegado nuevamente este año a las puertas de este Sínodo, que se ha instalado como el gran encuentro diocesano que nos moviliza cada tercer fin de semana de octubre, se ha constituido como elemento identitario de nuestra Diócesis, parte de nuestro ADN y que está celebrando su cuadragésima cuarta convocatoria.
Este año, nuestro Sínodo XLIV se constituye como el primer momento oficial de la celebración jubilar del primer Centenario de la Diócesis de San Ambrosio de Linares.
En efecto, Su Santidad el Papa Pío XI a partir de la Bula Notabiliter Aucto del 18 de octubre del año 1925 crea nuestra Diócesis que se extiende de cordillera a mar, desde los ríos Maule y Huenchullamí, por el norte, que la limitan de la vecina Diócesis de Talca y hasta el río Perquelauquén, a partir del cual se extiende la Diócesis de Chillán.
Es por esta razón que en este Sínodo vamos a celebrar nuestra vocación bautismal, la que nos regala el Señor cuando nos llama y capacita con su Espíritu para ser Sacerdotes, Profetas y Servidores; para elevar nuestras oraciones y cantos al Señor, con nuestros corazones llenos de alegría, para anunciar la grandeza de la vocación a la que hemos sido llamados todos y cada uno, y para discernir y revisar la ruta que el Señor nos ha propuesto, y que ha encontrado una expresión concreta en nuestras Orientaciones Pastorales 23-26.
Un momento muy hermoso y significativo de este 44 Sínodo será la apertura de la Puerta Santa en la Catedral signo por el cual nos uniremos al Año Santo que el Papa Francisco inaugurará en Roma en San Pedro el día de Navidad.
Les invito entonces a participar con mucha generosidad y entusiasmo en esta asamblea Sinodal que nos relanzará con mucha convicción para ser los testigos de la resurrección del Señor a lo largo del 2025 en un tiempo que anhelamos sea profundamente misionero.
Se lo pedimos a la Madre de Dios, quien siempre cuida de la Iglesia de su Hijo amado.
A Jesús por María,
+Tomislav Koljatic M.
Obispo de Linares