Este mes de septiembre, es un mes dedicado especialmente a rezar, a reflexionar y a estudiar la Palabra de Dios. Pero esta Palabra no es sólo para ser orada, reflexiona y estudiada, sino también anunciada y compartida con los demás. El mes de la Biblia es un tiempo para asumir con mayor fuerza la convicción que el mensaje contenido en las Sagradas Escritura, es un mensaje para ser anunciado predicado y por ello, a este mes de la Biblia, le sigue el mes misionero (octubre).
Una primera novedad que nos presenta el mensaje predicado por Jesús, y continuado por sus discípulos, de ayer y de hoy, es que Dios es nuestro Padre y nos ama. Este amor de Dios por la humanidad atraviesa toda Biblia, desde la creación hasta la espera de la segunda venida (el «Ven Señor Jesús»). Quien se encuentra con esa buena noticia predicada por el Señor, no sólo logra vivir con la alegría de saberse un hijo o una hija de Dios, sino también está llamado a compartir esa alegría a los demás.
Un segundo elemento central en la predicación de Jesús es que el Reino de Dios se ha hecho presente, reino de amor, de justicia y de paz. La Palabra de Dios continuamente nos invita a mirar el Reinado de Dios en medio de nuestra historia. También hoy el Señor se hace presente y nos pide a nosotros ser constructores de este Reino en medio de la sociedad actual. Como Iglesia, somos una comunidad al servicio de este reinado, y por ello, la Palabra, es una palabra que compromete, que nos involucra con la construcción de una cultura cimentada en los valores predicados por Jesús.
Finalmente, otro aspecto central, en las Sagradas Escrituras, es la muerte y resurrección del Señor. Con aquella hermosa primera predicación realizada por Pedro el día de Pentecostés, cuando anunció que el Crucificado había resucitado (Hech 2, 14 ss), se abrió entre los discípulos del Señor una nueva etapa, donde sus seguidores no podemos callar lo que hemos vivido con Jesús (Cfr. Hech 4, 13-11). La fe en el misterio pascual de Jesucristo es lo que nos da identidad, nos mueve a asumir su proyecto de vida y su mandato de amor a los hermanos.
El mes de la Biblia nos debiese llevar a todos nosotros a encontrarnos con la Palabra del Señor, que es Palabra viva y eficaz, pero también a asumir un compromiso para hacer que este encuentro nos impulse a la misión, de tal modo que la Palabra vivida, sea también Palabra predicada.
Pbro. Ronald Flores, Redentorista.