Letanías de Súplica, la Oración del Santo Padre Francisco ante la pandemia del coronavirus, del viernes 27 de marzo, durante el momento extraordinario de Oración contra la pandemia en el atrio de la Basílica de San Pedro, desde donde impartió la Bendición Urbi et Orbi y la Indulgencia Plenaria.
Te adoramos Señor
Nuestro Salvador, Dios con nosotros, fiel y rico en misericordia.
Te adoramos, Señor.
Rey y Señor de la creación y la historia.
Te adoramos, Señor.
Vencedor del pecado y de la muerte.
Te adoramos, Señor.
Amigo del hombre, resucitado y vivo a la diestra del Padre.
Te adoramos, Señor.
Creemos en ti, oh Señor
Hijo unigénito del Padre, descendiente del cielo para nuestra salvación.
Creemos en ti, oh Señor.
Médico celestial, que te inclinas por nuestra miseria.
Creemos en ti, oh Señor.
Cordero inmolado, que te ofreces redimirnos del mal.
Creemos en ti, oh Señor.
Buen Señor Pastor, que da vida por el rebaño que amas.
Creemos en ti, oh Señor.
Remedio de inmortalidad, que nos da la Vida eterna.
Creemos en ti, oh Señor.
Líbranos, oh Señor
Del poder de Satanás y las seducciones del mundo.
Líbranos, oh Señor.
Del orgullo y la presunción de que podemos prescindir de ti.
Líbranos, oh Señor.
De los engaños del miedo y la angustia.
Líbranos, oh Señor.
De la incredulidad y la desesperación.
Líbranos, oh Señor.
de la dureza del corazón y la incapacidad de amar.
Líbranos, oh Señor.
Sálvanos, oh Señor
De todos los males que afligen a la humanidad.
Sálvanos, oh Señor.
Del hambre, la hambruna y el egoísmo.
Sálvanos, oh Señor.
De las enfermedades, las epidemias y el miedo al hermano.
Sálvanos, oh Señor.
Consuélanos, oh Señor
Mira a tu Iglesia, que cruza el desierto.
Consuélanos, oh Señor.
Mira a la humanidad, aterrorizada por el miedo y la angustia.
Consuélanos, oh Señor.
Mira a los enfermos y moribundos, oprimidos por la soledad, agotados por la fatiga.
Consuélanos, oh Señor.
Mira a los políticos y gobernantes, que llevan el peso de las elecciones.
Consuélanos, oh Señor
Danos tu espíritu, Señor
En la hora de la prueba y el desconcierto.
Danos tu Espíritu, Señor.
En la tentación y la fragilidad.
Danos tu Espíritu, Señor.
En la lucha contra el mal y el pecado.
Danos tu Espíritu, Señor.
En la búsqueda del verdadero bien y la verdadera alegría.
Danos el Tu Espíritu, Señor.
En la decisión de permanecer en Ti y en tu amistad.
Danos tu Espíritu, Señor
Ábrenos a la esperanza, Señor
Si el pecado nos oprime.
Si el odio cierra nuestros corazones.
Si el dolor nos visita.
Si la indiferencia nos angustia.
Si la muerte nos destruye.