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(Parte II) (Fratelli Tutti, capítulo 8)

Continuamos nuestra reflexión sobre el último capítulo de la Encíclica Fratelli Tutti que tiene como título: «las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo». Muchas veces el mundo moderno ha desvalorado el aporte que hace las religiones a la vida de la sociedad, y con ello se profundiza más aun la crisis que vivimos actualmente. El Papa Francisco señala: «entre las causas más importantes de la crisis del mundo moderno están una conciencia humana anestesiada y un alejamiento de los valores religiosos, además del predominio del individualismo y de las filosofías materialistas que divinizan al hombre y ponen los valores mundanos y materiales en el lugar de los principios supremos y trascendentes. No puede admitirse que en el debate público sólo tengan voz los poderosos y los científicos» (FT 275). Las religiones tienen un aporte fundamental en la construcción de la sociedad, pues ellas ayudan a poner una mirada más trascendental del ser humano.

Las religiones, teniendo presente que la persona es un ser integral, y que, por tanto, abierto a la trascendencia, su acción no puede limitada o reducida al ámbito de lo privado, sino que están llamadas a ser un aporte a la vida pública. La espiritualidad, parte esencial de todo ser humano, está a la base de la búsqueda por la construcción de un mundo mejor, incluyendo la acción política. De ahí que las religiones no pueden desentenderse de cuanto afecta la vida de las personas y deben asumir un compromiso con las transformaciones necesarias para buscar el bien común. El Papa recuerda que «es verdad que los ministros religiosos no deben hacer política partidaria, propia de los laicos, pero ni siquiera ellos pueden renunciar a la dimensión política de la existencia, que implica una constante atención al bien común y la preocupación por el desarrollo humano integral. La Iglesia “tiene un papel público que no se agota en sus actividades de asistencia y educación» sino que procura «la promoción del hombre y la fraternidad universal”» (FT 277).

Muchas personas prefieren a una Iglesia en las sacristías, y tal vez no pocos cristianos o ministros prefieran lo mismo, pero el Evangelio, contiene en sí mismo una fuerza transformadora de la sociedad que le es propia y no asumirla, sería mutilar el mismo mensaje cristiano. El Papa Francisco desarrolló las repercusiones sociales del Evangelio en Evangelli Gaudium, Cap. IV, y recordó en el mismo documento, la tentación que pueden vivir los agentes pastorales del relativismo práctico, que es: «actuar como si Dios no existiera, decidir como si los pobres no existieran, soñar como si los demás no existieran» (EG 80). Cuando los más pobres y los más vulnerables están sufriendo, siendo utilizados, manipulados o ignorados, los seguidores de Cristo, fiel a su misión, no pueden permanecer en silencio, pues su clamor es un grito escuchado por Dios. La paz es siempre el resultado de la búsqueda de la justicia.

Pbro. Ronald Flores Soto, párroco de San Alfonso, Cauquenes.

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