Recordamos en esta edición a Esteban de Jesús, Hermanito de La Paz, en el aniversario de su Pascua. Partió junto al Padre Dios, el 8 de agosto de 1988. En varios rincones de nuestra Diócesis, se recuerda su paso, destacando en él su sencilla y cercana forma de apaciguar el sufrimiento del prójimo, caminante incansable, buscando siempre a quien entregar lo que en su corazón ardía: “a Jesús, su Maestro”. Hoy lo recordamos con las palabras de Mons. Carlos Camus, quien le conoció muy bien: “la vocación del Hermanito Esteban fue dar testimonio de las maravillas del Señor, para él la providencia se manifestaba a cada paso. No tenía respeto humano para hablar de Dios y cantar entusiastamente sus maravillas. Parecía un hombre débil e indefenso, pero tenía la fuerza de un profeta. Su prueba definitiva fue elocuente. Un cáncer terrible invadió sus huesos. En medio de sus dolores repetía, “Yo sé que mi Redentor vive, el revivirá mis huesos…” y ante la admiración de sus familiares y amigos entregó su alma al Creador. Cómo recuerdo nos dejó sus palabras que celebran toda la obra de la Creación, siempre se le oía decir… Qué maravilla, ¡Gracias Señor!”
El Hermanito Esteban de Jesús (Luis Alberto Bravo Pizarro), vivió en Huerta de Maule y Rabones, partiendo a la Casa del Padre en el sector de Mesamávida rodeado del cariño de sus familiares y amigos”.