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Queridos hermanos y hermanas:

El Papa Francisco canonizó a 10 nuevos santos de la Iglesia el domingo 15 de mayo recién pasado.

Entre ellos está Carlos de Foucauld, conocido también como “el hermano universal”.

En este mes dedicado a honrar al Sagrado Corazón de Jesús vale la pena conocer un poco más a este hombre que fundó una hermandad llamada del Sagrado Corazón.

 

Su infancia

Carlos nace en el seno de una tradicional familia católica el 15 de septiembre de 1858 en Estrasburgo, ciudad francesa situada en el límite con Alemania, fundada el año 12 antes de Cristo por los romanos.

A los 6 años queda huérfano de padre y madre por lo que es educado por los abuelos maternos, quienes tienen una muy buena posición económica. Le acompaña su hermana María, de solo 3 años.

De sus abuelos dirá más adelante: “Siempre admiré la nobleza lúcida de mi abuelo cuya infinita ternura rodeó mi niñez y mi juventud con una atmósfera de amor cuya calidez siempre recuerdo con emoción”

A los 14 años hace su primera comunión y recibe la confirmación.

A partir de ese momento comienza a alejarse de la vida religiosa y de la fe en Dios. Dirá más adelante: “Pasé doce años sin negar nada y sin creer en nada, desesperando de encontrar la verdad, no creyendo ni siquiera en Dios, ninguna prueba me parecía suficientemente irrefutable.”

“A los 17 años era puro egoísmo, pura vanidad, pura impiedad, puro deseo del mal, estaba como enloquecido…” “Estaba en la noche. No veía más ni a Dios ni a los hombres: Sólo estaba interesado en mí.”

 

Su estancia en África 

Al concluir su secundaria ingresa en la Escuela de caballería del ejército francés, donde al cabo de 2 años ya es oficial. Es enviado a Argelia donde comienza a conocer el mundo árabe musulmán que se convertiría en su pasión juvenil.

A sus 20 años muere su abuelo y Carlos recibe toda la herencia. Lleva una vida licenciosa, lejos de Dios, dedicado a las cosas del mundo. Dirá: “Duermo mucho. Como mucho. Pienso poco.”

A los 26 años abandona el ejército aburrido de la vida militar, pero se queda en el norte de África para explorar el desierto de Marruecos, aún no estudiado, disfrazado de rabino judío, ya que el francés era el enemigo de ese pueblo.

Esta aventura duró 11 meses, donde corrió peligro su vida en varias oportunidades. El 23 de mayo de 1884, un mendigo pobre llega al puesto de la frontera de Argelia. Está descalzo, enflaquecido y cubierto de suciedad. Ese pobre judío se llama Carlos de Foucauld. Había recorrido a pie 3000 Km en un país casi desconocido.

Su trabajo es inédito y de gran calidad científica, por lo que recibe la Medalla de Oro de la Sociedad Geográfica francesa. Es la gloria que le acompaña ahora.

 

Su conversión 

Tiene 28 años y Dios comienza su obra en él a través de su prima y su hermana. Dice: “Me atrajiste por la belleza de esa alma… Me inspiraste entonces este pensamiento: ‘Puesto que esta alma es tan inteligente, en la que cree no puede ser una locura. Estudiemos entonces esa religión: tomemos un profesor de religión católica, un sacerdote instruido, y veamos qué pasa, y si hay que creer lo que ella dice… Me dirigí entonces al Padre Huvelin. Le pedí lecciones de religión: él me hizo arrodillar e hizo que me confesara, y me envió inmediatamente a comulgar… ¡Si hay alegría en el cielo por un pecador que se convierte, la hubo cuando entré en ese confesionario!”

“¡Qué bueno que has sido! ¡Qué feliz que soy!”

A partir de esa conversión su vida cambia por completo.

Dice: “Deseaba ser religioso, vivir sólo para Dios. Mi confesor me hizo esperar tres años”. “En cuanto creí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que vivir solo por Él. Que nuestro único tesoro sea Dios, que nuestro corazón sea todo de Dios, todo para Dios…”

 

En Nazaret

Va a Tierra Santa y el año 1890 en obediencia a su confesor y entra en el Monasterio de los Padres Trapenses para ser hermano al estilo de Jesús. Dirá: “Todos los hombres son hijos de Dios que los ama infinitamente: es entonces imposible querer amar a Dios sin amar a los seres humanos: cuanto más se ama a Dios, más se ama a los hombres. El amor de Dios, el amor por los seres humanos, es toda mi vida, será toda mi vida, así lo espero.”

Sin embargo, desilusionado de la vida de esos religiosos 7 años después deja el Camino de la Trapa para ir a servir como portero de las Clarisas de Nazareth.

Dirá: “Amo a Nuestro Señor Jesucristo, y no puedo soportar llevar una vida diferente de la Suya… No puedo atravesar la vida en primera clase cuando Aquel a quien amo la atravesó en la última…”  “Tengo sed de llevar la vida que entreví, que adiviné, caminando por las calles de Nazaret, que pisaron los pies de NS, pobre artesano perdido en la abyección y la oscuridad…”

Vive en una pequeña e inhumana cabaña de madera, a los pies del Sagrario de las Clarisas.

Pero Carlos quiere compartir esa vida de Nazaret con otros hermanos. Por eso escribe la Regla de los Hermanitos.

“Mi regla está tan estrechamente ligada al culto de la Sagrada Eucaristía que es imposible que sea observada por varias personas sin que haya un sacerdote y un sagrario; podré tener algunos compañeros solamente cuando yo sea sacerdote y cuando haya un oratorio alrededor del cual podamos encontrarnos juntos…”

Allí permaneció 4 años dedicado a la meditación del Evangelio y a escribir.

 

Se ordena Sacerdote y va al Sahara

En 1901, aconsejado por su confesor, acepta ser ordenado sacerdote para servir mejor a sus hermanos. Va al desierto del Sahara al sur de Orán, donde dice: “me sentí llamado inmediatamente a ‘las ovejas perdidas’, a las almas más abandonadas, a las más desamparadas, para cumplir con ellas el deber del amor: ‘Ámense unos a otros como yo los amé, en eso reconocerán que son mis discípulos’. Sabiendo por experiencia que no había ningún pueblo más abandonado que los musulmanes de Marruecos, del Sahara argelino, pedí y obtuve el permiso de ir a Béni Abbès, pequeño oasis del Sahara argelino cerca de la frontera de Marruecos.”

Y agrega: “Fui muy bien recibido por la gente del lugar; entro en relación con ellos, tratando de hacerles algún bien. Los militares se pusieron a construirme una capilla, tres celdas y una pieza para huéspedes, en ladrillos secos y troncos de palmeras. Quiero acostumbrar a todos los habitantes, a considerarme como su hermano, el hermano universal… Empiezan a llamar a la casa ‘la fraternidad’, y eso me alegra…”

Pasa horas delante del Santísimo Sacramento y el resto del día atendiendo a los peregrinos. “Desde las 4 y 30 de la mañana hasta las 8 y 30 de la tarde, no paro de hablar, de ver gente: esclavos, pobres, enfermos, soldados, viajeros, curiosos.”

Allí descubre la esclavitud y se escandaliza.

En junio de 1903, el obispo del Sahara pasa algunos días en Béni Abbès. Viene del Sur donde visitó a los Tuaregs. Carlos se siente atraído por esa gente que vive en el corazón del desierto. No hay sacerdotes disponibles para ir allá, entonces, Carlos se ofrece. “Por la extensión del santo Evangelio, estoy dispuesto a ir hasta el fin del mundo y a vivir hasta el juicio final… ¡Dios mío, haz que todos los seres humanos vayan al cielo!”

Y así en 1904 se instala a vivir al sur de Argelia entre los Tuaregs. Dirá más adelante: “Hoy, tengo la felicidad de colocar – por primera vez en zona tuareg – la Santa Reserva en el Tabernáculo… ¡Sagrado CORAZÓN de JESÚS, gracias por este primer Sagrario en zona tuareg! ¡Que sea el preludio de muchos otros y el anuncio de la salvación de muchas almas! ¡Sagrado CORAZÓN de JESÚS, irradia desde el fondo de este Tabernáculo sobre el pueblo que te rodea sin conocerte! ¡Ilumina, dirige, salva estas almas que Tú amas!”

Aprovecha a escribir el primer diccionario Tuareg- Francés existente y recopila poemas nativos e inicia la Gramática que no alcanzará a terminar.

Dirá en esos años: “No puedo decir que deseo la muerte; la deseaba en otro tiempo; ahora veo tanto bien por hacer, tantas almas sin pastor, que quisiera sobre todo hacer un poco de bien… ¡Mañana se cumplirán diez años de que digo la Santa Misa en la ermita de Tamanrasset! ¡y ni un solo convertido! Hay que rezar, trabajar y esperar.”

Desde hace dos años, la Primera Guerra mundial desgarra Europa. Comienza también a llegar al Sahara.

Escribe: “A 450 Km de aquí, el fuerte francés de Djanet fue sitiado por más de mil ‘Senoussistes’ (tribu rebelde) armados con un cañón y ametralladoras. Después de ese éxito los Senoussistes tienen la ruta libre para venir hasta aquí; sólo Dios puede impedírselo.”

El 1º de diciembre de 1916 un joven musulmán lo asesina. Sus últimas palabras fueron: “nunca amaré suficientemente…”

“Cuando el grano de trigo que cae en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto…”

Queridos hermanos:

Que la vida de este nuevo santo nos anime a buscar esa santidad que Dios quiere para todos nosotros, en el camino de la oración, del servicio, el amor fraterno y de la humildad.

Les bendice en este Mes del Sagrado Corazón,

+Tomislav Koljatic M.

 Obispo de Linares

 

 

Frases de San Carlos de Foucauld, 

el “hermano universal”

Adoración

«Adorar la Hostia santa debería ser el centro de la vida de todo hombre».

Amor

«Cuanto más se ama, mejor se reza».

Apostolado

«Cada cristiano tiene que ser apóstol: no es un consejo, sino un mandamiento, el mandamiento de la caridad».

Bien

«Haré el bien en la medida en la que sea santo».

Coherencia

«Cuando se sale diciendo que se va a hacer algo, no se debe regresar sin haberlo hecho».

Cruz

«Cuanto más abrazamos la Cruz, más estrechamos a Jesús que está clavado en ella».

Examen de conciencia

«Pregúntate en cada cosa: «¿Qué habría hecho el Señor?», y hazlo. Es tu única regla, la regla absoluta».

Eucaristía

«El objetivo de cada vida humana debería ser la adoración de la santa Hostia»

«La Eucaristía es Dios con nosotros, es Dios en nosotros, es Dios que se da perennemente a nosotros, para amar, adorar, abrazar y poseer».

Evangelio

«Si no vivimos del Evangelio, Jesús no vive en nosotros».

Fe

«La fe es incompatible con el orgullo, con la vanagloria, con el deseo de la estima de los hombres. Para creer, es necesario humillarse».

Jesucristo

«Jesús sólo se merece ser amado apasionadamente».

Imitación de Cristo

«Cuando se ama, se imita».

Oración

«Que nuestra vida sea una continua oración».

Pobreza

«No tenemos una pobreza de convención, sino la pobreza de los pobres. La pobreza que, en la vida escondida, no vive de dones ni de limosnas ni de rentas, sino sólo del trabajo manual».

Sacerdotes

«El sacerdote es un ostensorio, su deber es mostrar a Jesús. Él tiene que desaparecer para dejar que sólo se vea a Jesús…».

Santidad

«Santificándonos santificaremos a los demás».

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