La misión al servicio de una nueva humanidad:
Hoy 4 de octubre, fiesta de san Francisco, se cumple el primer aniversario de la Encíclica Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y amistad social. Una carta que no sólo tiene un fuerte y claro contenido social, sino que también una profunda dimensión misionera. Por ello, queremos iniciar, en este octubre misionero, una lectura misionera de algunas enseñanzas del Papa Francisco presentes en este documento.
Hay un acontecimiento que está a la base de esta encíclica, es el encuentro del Papa Francisco y el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, una de las máximas autoridades religiosas de los musulmanes. Este es de por sí una acción misionera, pues el diálogo interreligioso, como también el ecuménico, es siempre constitutivo de la acción misionera de la Iglesia, más si consideramos, que la búsqueda de la paz y del bien común es algo que siempre debiese unir a las religiones del mundo.
El proyecto de Fratelli Tutti, lo señala el Papa casi al inicio del documento: “Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos, un deseo mundial de hermandad» (FT 8). Esta hermandad que nos ha resultado esquiva, no sólo porque continuamente estamos generando tensiones y divisiones entre personas, países, sino también porque hasta las mismas religiones hemos sido causantes de no pocos conflictos y muertes entre hermanos.
Cuando nos preguntamos qué es evangelizar, podemos sintetizar la respuesta diciendo que es renovar la humanidad desde su propio interior, como lo afirmó el Papa Pablo VI (Cfr. EN 18-19). Es en el fondo, esforzarnos para que la humanidad sea un espacio de humanización para todos quienes habitamos este planeta, sin distinción alguna. Cuando profundizamos en mansaje de Jesús, podemos darnos cuenta de que lo que Jesús buscaba era la construcción de una nueva humanidad, construida sobre el cimiento del amor. Ese será siempre el distintivo de los cristianos (Jn 13,35). Para los cristianos y para todos los creyentes en Dios, esforzarnos por esta misión ha de ser siempre nuestra tarea primordial.
La encíclica del Papa Francisco es un aporte para toda la humanidad, pues gran parte de los problemas que aquejan a nuestros tiempos, tienen su origen en el no reconocimiento de esa fraternidad y amistad social a nivel universal. Como cristianos, tenemos un mensaje que es siempre actual y desafiante, y que no puede quedar encerrado en las cuatro paredes de nuestras parroquias o templos, sino que se ofrece como un don al servicio de toda la humanidad. «Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de la misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos», esta invitación de Francisco es claramente nuestro gran reto misionero en nuestra sociedad actual.