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Fernando Terweduwe de Preter Es tanta su huella pastoral en esas regiones del norte de Chile, que la Municipalidad de Salamanca decretó duelo comunal por dos días y dispuso el izamiento de los pabellones patrios y comunales a media asta en señal de agradecimiento por su servicio eclesial. Tras su extenso paso por el norte, fue la localidad de Parral la que acogió al Hermano Fernando hasta el día de su partida al Padre el miércoles 07 de abril.

A los 92 años de edad, el Hermano Fernando Terweduwe de Preter (21-04-1928) partió al encuentro con el Padre. De origen belga, ligó su vida Franciscana en Chile en el norte de nuestro país, dejando una profunda huella de servicio y cercanía en aquellos lugares. Su misa de responso fue celebrada desde la Iglesia San Francisco de la Alameda y sin presencia de fieles, por las disposiciones sanitarias por covid.
“Es muy legítimo sentir tristeza, incluso lágrimas. Más la fe nos impulsa a alabar y bendecir al Señor por la gloriosa resurrección de Jesús y pensar como Fernando que vive ahora la plenitud de esta gloria con el Señor”, donde recordó la última misa del Domingo de Resurrección celebrada por el Hermano Fernando. Relevó, además, su bondad, su servicio, su amor a la familia y lo preocupado de los problemas de los otros y de su gran misericordia. Así recordó el Hermano Leonardo Braeken en la Eucaristía por el descanso eterno del Hermano Fernando.
El Hermano Leonardo agregó que “le gustaba celebrar la Semana Santa y murió precisamente en la Semana Santa, es decir en este misterio de la Resurrección. Creyó con alegría y ofrecía ese sacrificio para animar a todos estos laicos en la misión, evangelizar en las parroquias. También estaba su gran preocupación de construir capillas donde él vivía. Siempre estaba reparando y quería que en todos los pueblos chicos del campo hubiera un lugar digno para el Señor”, precisó.
La gratitud fue algo que no sólo se reflejó en las palabras del Hermano Leonardo, sino también en el Ministro Provincial de la Orden en Chile, Fray Isauro Covili: “Los Movimientos de cursillos tenían un lugar especial en el corazón de Fernando y se alegraba por ello cuando hablaba de los cursillos, de los cursillistas y de tantas otras personas”. Destacó su entrega, su alegría, su acogida, “su trabajo empeñoso en bien de las comunidades y del protagonismo de los laicos. Él saludaba a todo el mundo y ese testimonio de fraternidad, invitaba a que otros hicieron el mismo gesto. Pudo desempeñar su apostolado, su vida sagrada, su vida sacerdotal en cada lugar y supieron reconocerle, ya que pudo manifestar y testimoniar su fe en Jesucristo, su gran amor a Dios y para que fuese conocido y amado por cada una de las comunidades”.
Haciendo un poco de historia en la vida del Hermano Fernando Terweduwe de Preter, cabe mencionar que ingresó a la Orden en la Provincia de San José de Bélgica en 1947 y ya en 1956, llega a Chile, específicamente a la región de Antofagasta en el norte de país y es ahí donde prácticamente hasta el año 2012, desarrolla su vida sacerdotal, arraigándose en lugares como Ovalle, Illapel, Salamanca, Vallenar, Copiapó Iquique, Parral, entre otros.

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