El año 2020 ha sido para toda la humanidad un año muy difícil. La pandemia y todas sus consecuencias han herido profundamente a muchísimas personas, sea por muertes o por situaciones económicas. El Papa Francisco ha señalado que de esta pandemia o salimos todos juntos, o saldremos mucho peor. Es este el contexto en el cual celebramos la hermosa y esperanzadora solemnidad del Nacimiento del Redentor y este año ella debiese identificarse especialmente por estas dos características: la austeridad y la solidaridad.
Sabemos que muchas personas han sufrido la pérdida de seres queridos y para ellos esta navidad estará cargada de muchos sentimientos y de dolor. La austeridad nos invita a vivir una Navidad donde el centro sea verdaderamente el Señor que nos trae salvación, y dejando de lado muchos gastos o celebraciones muy llamativas, pues también tenemos que ser solidarios con el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas. Posiblemente quienes no hemos perdido a un ser querido quisiéramos celebrar en grande, pero tal vez, un vecino estará llorando en la primera Navidad sin un ser querido.
Pequeños y grandes detalles
En este año, muchos también han perdido sus fuentes laborales y han visto reducidos por ello, sus ingresos. Navidad es y debe ser siempre una fiesta de la solidaridad. En muchas comunidades hay diversas iniciativas para compartir con los más vulnerables, pero también lo podemos ver en forma personal o familiar. Ser solidario en esta navidad será también acercarse a otros hermanos y hermanas que lo están pasando mal, ya sea económica o emocionalmente. Un gesto sencillo navideño puede ser acercarse a alguien que esté sólo o triste, para compartir en su dolor y brindarle la Esperanza que nace en Belén. El gesto solidario más grande es donarse más que donar algo.
La Navidad en este contexto de pandemia nos invita a nosotros a ser austeros como fue el nacimiento del Señor, y a ser solidarios como es el mensaje que Él nos entregó. Pbro. Ronald Flores