
Muchas veces nos preguntamos cómo Dios se hace presente en nuestras vidas; una de las muchas maneras en cómo el Padre está presente en nuestra existencia es a partir de los sacramentos: presencia visible de la gracia invisible de Dios.
Los Sacramentos dan cuenta principalmente de que Dios nos acompaña en momentos claves de la vida, el inicio de ella, el fortalecimiento y sentido de ella, en las opciones que tomamos en el camino de la vida, y en aquellos momentos en que en nuestra existencia experimentamos la debilidad.
Hoy centramos la mirada en el sacramento de la unción de los enfermos a través del cual Dios está con nosotros en momentos de debilidad física o interior. Este es un sacramento, que como hemos dicho, el Padre en su Hijo Jesús, a través del Espíritu Santo nos sostiene en momentos difíciles.
Preguntémonos, ¿Qué hacemos los cristianos cuando nos enfermamos?: nos acompañamos, nos ayudamos, rezamos unos por otros.
Uno de aquellos momentos importantes de oración es el sacramento de la unción de los enfermos, la comunidad llama al encargado de ella (al Padre, el sacerdote), quien entrega la unción, reza con la familia (comunidad), impone las manos al enfermo y lo unge con óleo (bendecido en cada semana santa) en la frente y en la palma de las manos. Como es un sacramento que perdona los pecados del enfermo (previo un sincero arrepentimiento) sólo lo imparte el sacerdote, cuantas veces lo requiera el enfermo y su familia.
Recemos por nuestros enfermos y tratemos de acompañarnos mutuamente en nuestros momentos de debilidad.
Pbro. Juan Pérez Núñez