Las actuales Orientaciones pastorales 2023 – 2026, nos irán ayudando para la celebración de los 100 años de la Diócesis, cuyo lema es «100 años sembrando las semillas del Reino en tierras maulinas». El lema nos quiere recordar, que aun con las nuevas urbanizaciones y crecimiento de varias ciudades, la Diócesis sigue teniendo una cultura campesina, de una nueva cultura campesina. En el año 2012 los obispos escribieron una Carta a los hombres y mujeres del campo, donde animaban a los campesinos y campesinas a que, junto con aceptar los nuevos procesos modernizadores, también tenían que ser defensores de su cultura y sentirse orgullosos de ser hombres y mujeres de la tierra.
Evidentemente el desarrollo de la agricultura es muy dispar en todo el campo, una cosa es el avance de la agroindustria, otra muy distinta es la del pequeño campesinado, que sufre incluso una falta de reconocimiento a la hora de valorar sus trabajos. Por otro lado, la migración del campo a la ciudad ha ido haciendo que muchos sectores rurales se vayan despoblando, o repoblándose con personas que les gusta la vida de naturaleza, y compren pequeñas parcelas, pero que forman condominios alejados de la comunidad. Esto, entre otros elementos, es que cuando pensamos en las fragilidades de nuestra Diócesis ellos, hombres y mujeres del campo, también deben estar presentes.
Un desafío en lo social, con la situación de los trabajadores, a veces sobre explotados, pensemos en los trabajadores temporeros y temporeras, muchos de ellos migrantes, que viven en condiciones muy poco dignas en la temporada de trabajo. Pero también es un desafío pastoral para las parroquias, a veces dejar que esas comunidades mueran por falta de atención puede ser una tentación fuerte. Debemos reconocer la profunda fe campesina, que permanece sólida, pero que también hoy necesita acompañamiento. Una valoración de ellos es tratar de integrarlos lo más posible en la vida parroquial, de tal modo que no se sientan comunidades de segundo nivel con respecto a las urbanas.
Hacernos cargo de las fragilidades, nos pide estar atentos a los sufrimientos de los hombres y mujeres del campo, de sus jóvenes que deben dejar sus casas a temprana edad para poder estudiar, de los niños que ven que sus escuelas rurales, donde se cultiva su cultura, por motivos económico de a poco se van cerrando. Esta, es una fragilidad que no podemos ignorar. Pbro. Ronald Flores. Párroco San Alfonso, Cauquenes.