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En esta edición hemos querido destacar de una manera muy especial la distinción de Hijo Ilustre con que la Ilustre Municipalidad de Linares ha reconocido la fecunda labor pastoral del Padre Carlos Terán desarrollada, no solo en Chile, sino también en otros  países del mundo. 

El periódico Buena Nueva quiere adherir a este homenaje con esta entrevista  en el que podremos conocer  más de cerca las razones por las cuales el Consejo Municipal junto al Sr. Alcalde decidieron entregar este merecido reconocimiento. +Mons. Tomislav Koljatic

El martes 23 de mayo, en la solemne ceremonia en que se celebró el 229 aniversario de la Comuna de Linares, se declaró Hijo Ilustre de Linares, al Sacerdote Carlos Guilfredo Terán Castillo (71 años), por su destacado servicio pastoral, social y misionero en tierras maulinas, así como también, por 24 años en el continente africano, donde sirvió a las comunidades que más sufrían, salvando vidas a riesgo de la propia.

¿Cómo recibe este reconocimiento público que realiza la Municipalidad de Linares?

Sin duda jamás me esperé esto y tampoco lo buscaba. Pero con humildad recibo el reconocimiento de estas autoridades. Yo siento que solamente he cumplido con mi deber como sacerdote, consagrado y misionero. Tratando siempre de hacer la voluntad de Dios y que me hace inmensamente feliz servir al Señor y a mis hermanos. Hace 20 años, volví a mi tierra linarense y sigo sirviendo donde mi Iglesia me pida. Este reconocimiento sin duda que representa a tantos hermanos sacerdotes que han dado su vida por el evangelio y lo han hecho en el silencio del servicio desinteresado, el recuerdo de cada uno de ellos va a estar en mi corazón.

¿Qué desafío surge luego de este nombramiento?

La tarea con reconocimiento y sin él es seguir haciendo el bien donde se pueda y por sobre todo anunciando la Buena Noticia de que Dios es amor, nunca nos abandona y lo hemos experimentado en nuestras vidas, eso tenemos que transmitirlo. Sentirnos instrumento de ese amor de Dios llevando paz y esperanza a los demás, para vivir en la fraternidad y a través de pequeños gestos las personas sientan que somos una gran familia, todos hijos de Dios que nos ama. Con este reconocimiento represento a la Iglesia, represento a todos los sacerdotes y a muchos que han dado la vida por su rebaño.

Recordemos un poco cómo ha sido esta vocación al sacerdocio

Cada uno tiene una historia de vida. Yo la tengo también, es una historia de fe que podemos marcar por etapas, y cada una de ellas me ha enriquecido muchísimo, cada experiencia ha sido muy valiosa y en cada una de ellas he sentido al Señor a mi lado, con humildad espero haberle respondido como Él quiere. desde el Noviciado, la Misión y el retorno a mi tierra. 

¿Qué rol jugó su familia en esta vocación al sacerdocio?

Mi papá tenía otros planes para mí, soñaba con que fuera doctor y mi mamá apoyaba al papá, pero era muy católica, siempre rezaba el rosario por la familia. Creo que en mi influyó mucho mi abuelita Mery, una mujer extraordinaria, la amaba como a mi segunda mamá, ella siempre me alentaba. Cuando tomé la decisión de irme al Seminario, mi padre cambió y apoyó mi decisión, diciéndome “bueno si eres feliz con esto, sigue adelante. Hoy mirando lo vivido, estoy agradecido del papá, la mamá, la abuelita y todos los que influyeron y rezaron por mi vocación. En especial a esos sacerdotes salesianos que me impactaron como modelo de sacerdocio, les recuerdo con gran cariño, pues su testimonio me hizo pensar y ¿por qué no puedo hacerlo yo también?

El cambio de Sacerdote Salesiano a Diocesano ¿qué ha significado?

Sí, ha sido una diferencia grande, los salesianos vivimos en comunidad y prácticamente el proyecto de vida es comunitario. Sin duda que fue una experiencia que marcó mi vida y mi ser misionero que agradezco cada día. No salí enojado de la Congregación. Simplemente creo que el Señor me tenía preparado este nuevo camino, con nuevas experiencias para seguir madurando mi vocación y creciendo como consagrado. Soy un agradecido de Don Bosco, porque para mí sigo siendo salesiano de corazón, vivo el carisma salesiano con los jóvenes, con entusiasmo con espíritu de familia, eso nunca se va a borrar. Es diferente la vida en comunidad que vivir solo, significa mucha más responsabilidad por uno mismo. Pero también significa mayor libertad para desarrollar la creatividad e impulsar iniciativas en las ideas que uno quiere sacar adelante.

¿Qué mensaje dejaría a la comunidad y a los jóvenes?

Cuando yo fundé el grupo de Voluntariado Giuliano Berizzi, en Salesianos que, cuenta más de 20 años siendo formado por adultos, jóvenes y niños bajo el lema “Las mejores cosas que se hacen en la vida son voluntarias” porque, nacen del corazón y yo creo que todo ser humano en este mundo tiene que dejar huellas, buenas huellas de amor y de fe y, sobre todo tener y sentir esa misión que nos da el Señor de cambiar este mundo, para que sean más humildes, más humanos, más solidarios y más cristianos.

Para los y las jóvenes, la invitación es a poner atención al llamado que nos hace el Señor, primero a la vida de cristiano comprometido y sin miedo responder con un corazón dispuesto a servir en la vida consagrada al sacerdocio o a la vida religiosa, donde sea que nos llame, responder con generosidad, pues todos hemos recibido Dones que podemos poner a disposición para hacer de nuestro mundo un espacio mejor para todo.

Breve biografía:

Carlos Wilfredo Terán Castillo, nació en Linares el 2 de octubre de 1952. Sus padres Don Arturo y la Sra. María Guacolda, formaron una hermosa familia con 9 hijos. Desde niño estudió en la Escuela Básica Don Bosco y comenzó su conocimiento del Carisma salesiano, siendo Monaguillo en la parroquia María Auxiliadora. Al crecer quiso ser uno de ellos, con 13 años, ingresó al aspirantado de Macul. Siguió sus estudios en Lo Caña y el 10 de junio de 1973 hizo su Profesión religiosa. Luego siguió estudiando teología y profundizando más a fondo encontró que el Señor le pedía dejar no sólo a su familia y aspiraciones personales, sino también su propia Patria.  Recibió el Orden Sacerdotal el 24 de octubre de 1981 en la Iglesia Catedral de Linares, presidiendo la celebración Monseñor Carlos Camus Larenas, acompañado por el Clero Diocesano. Su Primera Misa solemne fue el domingo 24 en Templo donde tantas veces, siendo niño, sirvió de Monaguillo. Luego pidió a la congregación ser misionero y fue destinado a Ruanda. Allí por más de 24 años, tuvo un activo acompañamiento a las comunidades que tanto necesitaban. Regresando a Chile hace 20 años. Actualmente atiende a las comunidades de Inmaculado Corazón de María en Linares y Santa Rosa en Melozal.

En el país de las mil colinas (Extracto entrevista en Buena Nueva octubre 1988)

Enclavada en el corazón de África está Ruanda, país de las mil colinas, donde los Padres Salesianos enviaron como misionero a Carlos Terán Castillo, sacerdote de 35 años. “Siempre me gustó la idea de llevar la Palabra de Dios a los demás”, señala el padre Terán: “Cuando era chico viví en Santa Ana de Queri, Pejerrey o San Antonio (porque mi padre era Carabinero) y yo andaba a la cola de los misioneros que llegaban en el verano”

En su trabajo misionero ¿Cuáles han sido sus momentos más gratos?

Creo que cada momento lo debo vivir con plenitud y estoy contento porque veo que estamos enviados para los pobres. Pero en la pobreza también hay miseria y allí uno se siente más realizado porque se siente útil. Por eso mi lema sacerdotal es «Sacerdote para compartir la Palabra y el Pan con los hermanos» No se trata sólo de hablar de o espiritual, hay que dar también los medios a la gente para que se desarrollen como personas.

¿Qué es lo que más le llama la atención de Ruanda?

La pobreza, la falta de posibilidades económicas. Cada año nacen 360 mil niños y el 50% muere por desnutrición y falta de defensas contra las enfermedades. El país sólo exporta café y té, no hay otros rubros. En el país existe una sola Escuela téctino profesional con 300 alumnos y es de los Salesianos.

¿No cree que el asistencialismo desarrolla dependencia?

Hay que saber dar. Muchos dan pan y educan para mendigos. Hay que dar y formar para que las personas se ganen ese pan con su trabajo. Eso es evangeliza con equilibrio. A veces los católicos somos muy materialistas o muy angelistas y esos son los dos extremos de la Iglesia.

 

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