Diez años de Pontificado ha celebrado el Papa Francisco, el 13 de marzo recién pasado. Jorge Mario Bergoglio, resultó electo como sucesor de Pedro y, de esa forma, se convirtió en el Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano en la historia de la Iglesia católica. Grandes y destacadas han sido las prioridades que han marcado su pontificado, ha sido consciente de los nuevos rostros de la pobreza y ha buscado todas las vías para hacer el mundo más humano según el plan de Dios.
Recordemos algunas de las preocupaciones del Papa Francisco en la cátedra de Pedro. Podrían ser muchas más, pero comenzaremos con las siguientes:
Paz
En los labios de Francisco están incesantemente los conflictos olvidados. Se nota en sus viajes, en sus importantes discursos de Navidad y Pascua, en las recepciones a determinadas entidades, en las oraciones ecuménicas que ha promovido. La paz se construye con “cero violencias” y “cien por cien de ternura”, ha dicho en uno de sus vídeos mensuales. De hecho, Francisco es siempre la voz que recuerda a católicos y no católicos no olvidarse de la “martirizada” Ucrania.
Pobres
Ya sea a través de unas duchas, una peluquería, la lotería de Navidad o un trozo de playa. Francisco ha dedicado una jornada específica para pensar en los pobres. El Papa ha cumplido con creces el consejo “no te olvides de los pobres”, que el cardenal Hummes le susurró en el cónclave cuando ya era muy probable que este fuera elegido papa.
Refugiados y Trata de Personas
“Un crimen contra la humanidad”. Sin necesidad de edulcorar la realidad, el Papa no deja de denunciar las múltiples formas de esclavitud moderna como una de las heridas sangrantes de nuestro tiempo. Frente a la indiferencia social y las retóricas políticas, Francisco no ha querido dejar de lado esta realidad.
Ecología
Actitud que Francisco ha motivado desde el “cuidado de la casa común”, escribiendo la primera encíclica ecologista de la historia ’Laudato si”. El título fue tomado de una oración de Francisco de Asís. El documento y las actuaciones papales al respecto han sido un espaldarazo a la preocupación ecológica ante los más escépticos, dentro y fuera de la Iglesia.
Abusos
“Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos. La conciencia de pecado nos ayuda a reconocer los errores, los delitos y las heridas generadas en el pasado y nos permite abrirnos y comprometernos más con el presente en un camino de renovada conversión”, escribió en una “Carta al pueblo de Dios” en agosto de 2018. No es el único paso dado para hacer frente a los abusos a menores y silencios cómplices de quienes han entendido su servicio como poder.