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formación permanente

El evangelista Juan, coloca dos elementos unidos en el último encuentro del Resucitado con sus discípulos, el envío misionero y la efusión del Espíritu: así como el Padre me envió yo los envío a ustedes y sopló sobre ellos el Espíritu (Jn 20, 21-22). La misión de la Iglesia se inicia tal como comenzó la misión del mismo Jesús: “el Espíritu del Señor está sobre mí, me envió a anunciar Buena Noticia a los pobres” (Lc 4, 18). La misión es, por tanto, en primer lugar, acción del Espíritu. Es Él quien actúa en cada uno de los cristianos y anima para salir a comunicar a los demás el Evangelio.

Lo mismo lo encontramos en el libro de los Hechos. Después de la venida del Espíritu sobre la Iglesia Apostólica el día de Pentecostés, Pedro comienza con el primer discurso del anuncio cristiano (kerigma). La fuerza del Espíritu es la que da la valentía y la audacia (parresia) para comunicar la buena noticia de la Resurrección: el Crucificado está vivo, ha resucitado. Sin la asistencia del Espíritu, los apóstoles no podían hacer ni decir nada.

También hoy, como en todos los tiempos, los cristianos hemos recibido el don del Espíritu el día de nuestro bautismo y en especial en la confirmación. Por esta razón, el lema del Mes Misionero Extraordinario es tan adecuado, pues nos recuerda que, desde el bautismo, nosotros somos enviados.

Una Iglesia, una comunidad que no es dócil al Espíritu, es una comunidad que lentamente comienza a perder su espíritu misionero, ese movimiento que los lleva a salir de sí mismo para encontrarse con los demás. Unos de los signos del Espíritu es el viento, y como sabemos, al viento no lo podemos ver, solo sentimos su presencia cuando los árboles o las cosas se mueven. Así también en la comunidad cristiana, cuando ella se mueve, podemos decir que es una comunidad que se deja mover por el Espíritu y cuando no lo hace, debemos analizarnos y ver por qué no estamos siendo dóciles a la acción del Protagonista de la misión. Una Iglesia más “Espiritual” en la verdadera profundidad de la palabra, es siempre una Iglesia misionera.

Pbro. Ronald Flores. Redentorista

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