Cada uno de nosotros tiene no uno, sino tal vez muchos talentos y estamos llamados a trabajar en ellos poniéndolos al servicio de una mejor relación humana, respetuosa y fraterna, no solo entre nosotros, los más cercanos, los más amigos, sino también con “los otros” esos que eventualmente no me son tan cercanos, ni tan afines o que en definitiva piensan, actúan o son muy distintos de mí. La invitación entonces es a cultivar nuestros múltiples talentos, para ello es necesario primero, volver a mirarnos, descubrirnos, ser generosos con nosotros mismos reconociendo lo noble y lo bello que cada uno/a tiene, solo así podremos también ser facilitadores para que nuestros niños, niñas y jóvenes descubran sus potencialidades que son infinitas y que sin duda podrán cultivarse y multiplicarse con la ayuda de su familia y de su establecimiento. Aportemos nuestros talentos para construir juntos ambientes sanos, conviviendo en armonía y respeto, experimentando la verdadera alegría de sentirnos parte de una comunidad.