En la noche de la Vigilia pascual, una vez encendido el cirio pascual, se entonó el «pregón pascual» que nos llama a todos a alegrarnos por la resurrección del Señor. Pregonar es una acción íntimamente ligada a la misión. En la antigüedad, las grandes noticias en los reinos eran comunicadas por personas que iban por todo el territorio «pregonando» los acontecimientos más importantes. Pregonar era gritar a voz fuerte, por ejemplo, el nacimiento del heredero. Por ello, la alegría de la resurrección se inicia con esta acción: gritando (cantando) con fuerza, convicción y profunda alegría que el Señor está vivo y nos ha rescatado de la muerte.
La resurrección y el encuentro con el Resucitado cambió la vida de los apóstoles y de los discípulos del Señor, partiendo por María Magdalena, la primera testigo de este acontecimiento. Ese encuentro fue clave para que ellos anunciaran esta buena noticia a los demás. Es lo que vivieron los mismos discípulos de Emaús, quienes después de reconocer al Señor en la fracción del Pan, deciden volver a Jerusalén a contar lo que han vivido.
Hoy también el compromiso con la misión surge precisamente de ese encuentro con el Resucitado, encuentro que transforma la vida y alegra el corazón de los cristianos. El Papa Francisco lo ha recordado desde el inicio de su pontificado. Sin este encuentro profundo, será imposible cualquier conversión misionera de cada cristiano y de cada comunidad. Toda la misión nace desde esa tumba vacía, desde allí los apóstoles comenzaron a recordar y a pregonar a Jesús y su mensaje. Hoy como cristianos y cristianas del siglo XXI, estamos llamados no tanto a hablar, sino a pregonar (gritar con fuerza, audacia y valentía) esta hermosa noticia de la resurrección y en este sentido, podemos decir, que la conversión pastoral, parte por esforzarnos en hacer de nuestra acción una pastoral más pascual. Nos hemos preparado por 40 días para este acontecimiento, pero tenemos 50 días para prolongar esta celebración, como si fuese una gran semana (siete semanas de 7 días) que culminarán con la solemnidad de Pentecostés, fiesta del protagonista de la misión: el Espíritu Santo. El tiempo pascual es, por tanto, un tiempo para renovar nuestro espíritu y compromiso misionero.
Pbro. Ronald Flores.
Párroco San Alfonso, Cauquenes