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En tiempo de Pandemia, pocas son las personas que han podido participar presencialmente en las diferentes celebraciones eucarísticas, pero, gracias a las redes social se ha podido mantener el contacto y seguir estas ceremonias desde la casa, fortaleciendo la oración en familia y la Iglesia doméstica, promoviendo en muchos casos la Comunión Espiritual, comentamos algunas razones y cómo hacerlo.

¿Qué es la Comunión Espiritual?

Es una forma de estar unidos a Jesús que, aunque no sustituye la Comunión Sacramental en el Pan y Vino Consagrados, nos ayuda a sentir su presencia en nuestro corazón cuando no podemos recibirlo físicamente.

¿Por qué se hace?

Comulgamos espiritualmente porque a veces no es posible hacerlo físicamente. Esta práctica es una alternativa para quienes, no pudiendo salir de casa para celebrar la Eucaristía, buscan unirse a Jesús y a toda la Iglesia desde donde se encuentran.

¿Cómo debe hacerse?

En actitud de oración, expresando nuestro deseo de que Jesús venga a nosotros. Se puede hacer por medio de una fórmula establecida o de modo más libre, dejando que las propias palabras manifiesten nuestra fe, amor y gratitud a Dios, y el anhelo de comunión con Él.

¿Cuándo hacerla?

Podemos hacerla cada vez que queramos, pero es recomendable especialmente en los momentos de dificultad, o cuando sentimos la ausencia de Dios.

¿Dónde se puede hacer?

Claro está que no es necesario hacerla en un templo, puede hacerse desde casa, siempre y cuando estemos bien dispuestos interiormente y libres de distracciones, la seriedad y respeto debe ser el de siempre.

¿Para qué se hace esta Comunión Espiritual?

Se hace para no olvidar que Dios siempre, SIEMPRE, sale a nuestro encuentro, que desea unirse a nosotros y permanecer en nuestro corazón. También para recordar que nunca estamos solos, pues la Comunión Espiritual nos une a todos los hermanos con quienes formamos la Iglesia.

 

 

Oración Espiritual

San Alfonso María de Ligorio

Creo, Jesús mío, 

que estás real 

y verdaderamente en el cielo 

y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Os amo sobre todas las cosas 

y deseo vivamente recibirte 

dentro de mi alma, 

pero no pudiendo hacerlo 

ahora sacramentalmente, 

venid al menos 

espiritualmente a mi corazón. 

Y como si ya os hubiese recibido, 

os abrazo y me uno del todo a Ti.

Señor, no permitas que jamás

me aparte de Ti. Amén

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