Pbro. José Ulloa Oliveros. Párroco de Empedrado, Nirivilo y Sauzal. Una experiencia que desafió nuestra Fe, nuestro ministerio, nuestra caridad pastoral, nuestra creatividad. Hoy podemos decir, con la Gracia del Señor que estamos más cerca de nuestros fieles que antes del comienzo de esta crisis sanitaria y nos ha servido para reivindicarnos ante nuestro pueblo fiel y ante la comunidad en general, hoy creo modestamente, que la percepción, la opinión de la gente (y de nuestros fieles), es mucho más positiva que antes, aunque no actuamos para mejorar la imagen, sino que, para servir, con sencillez y creatividad a nuestros hermanos.
Incluso la comunicación con nuestros hermanos Sacerdotes, con nuestro Obispo, ha sido más frecuente y fraterna; hay preocupación creciente de los unos por los otros. El Señor, siempre sabe sacar de los males muchos bienes y de grandes males, sin duda saca “Grandes Bienes”, para todos.
La presencia viva del Señor y su compañía, han infundido en mí, una mayor fe, esperanza y amor y la maternal protección de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, me ha hecho sentir muy acompañado, por ellos, y en ellos por mis hermanos en la Fe y en el Sacerdocio, también.
¡Estoy cansado pero contento!, solo pero no solitario, sin la presencia física de feligreses, sin capillas ni templos, pero muy en comunión con la porción del Pueblo de Dios, que el Señor me ha confiado para “Pastorear”. Estoy agradecido y me siento privilegiado de estar viviendo esta experiencia extraordinaria, desde la Fe, como Sacerdote y ministro del Señor.
En estos días he alentado la Fe de muchos, he llorado con sus sufrimientos, dolores y enfermedades; me he alegrado con el nacimiento de bebés, de la recuperación de tantos, me he sentido más cerca que nunca de tantos hombre y mujeres del mundo entero, nunca experimente tan vivamente la humanidad en su conjunto, en su globalidad.
Hoy todos estamos corriendo la misma suerte, expuestos a los mismos peligros, llamados a las mismas solidaridades: tener conciencia de que somos responsables unos de otros y que no podemos decir como Caín, ante la pregunta de Dios “Caín ¿Dónde está tu Hermano?, ¿“Acaso soy yo Guardián de mi hermano?”. ¡Justamente, eso somos, guardianes de nuestros Hermanos! “Guardianes los unos de los otros”, por eso debemos actuar en consecuencia.